El funk según Prince: Baile, música, sexo y romance

Para algunos, un genio rupturista. Para otros, un nombre reconocible pero que no trascendió más que otros artistas de gran fama durante sus años de mayor exposición. Incluso, hay quienes lo conocen más por sus polémicas que por otra cosa. Probablemente, Prince era todo eso al mismo tiempo y más.

Mucho se puede debatir en torno a su figura y trascendencia, pero si hay un género donde eso no da lugar a dudas ni especulaciones, ese es el funk.

My name is Prince, and I’m a funky reza su canción My Name Is Prince, uno de los sencillos del álbum Love Symbol (Warner Bros. Records, 1992).

En primera instancia, pareciera ser una afirmación un tanto provocativa, como todo lo que hizo durante su carrera. 

¿Qué era el funk para Prince?

Él mismo se encargó, tanto en conciertos como en sus escasas entrevistas y en la conversación diaria, de intentar definir el término funk, sin dar con una descripción de diccionario.

Alguna vez declaró que “si uno es funky, se le nota incluso cuando toca una balada. Es lo que eres”.

Ahora, si nos vamos a lo estrictamente instrumental, el funk para Prince era la música con la que creció: Sly & The Family Stone, Stevie Wonder, James Brown, Parliament, entre otros artistas.

Prince

Sin embargo, pareciera que la teoría se queda corta en este contexto y que hay otros elementos, no tan estrictamente musicales, los que señalan la diferencia.

Como él mismo mencionó en una entrevista que “el espacio que hay entre las notas, esa es la parte buena. La amplitud de ese espacio determinará hasta qué punto es funky o hasta qué punto no lo es”.

En ese mismo apartado, podríamos decir que el funk desarrollado por Prince se diferencia del concepto de sus antecesores en algunos elementos fundamentales, especialmente, al privilegiar –a través de una producción propia, algo poco usual durante aquellos años– el uso del sintetizador en desmedro de la clásica sección de instrumentos de viento que utilizaban las canciones de funk.

Esta característica se desarrolló sin parar desde su primer álbum, For You (Warner Bros. Records, 1978), hasta mediados de la década de 1980, contando también algunas excepciones en su material posterior que abarca sus años de mayor éxito.

Según las palabras del artista sobre aquel LP: “Al principio habíamos planeado que hubiera instrumentos de viento, pero es muy difícil sonar diferente si utilizas los mismos instrumentos que todo el mundo.

Si no los introducía en ese disco, podría hacer un álbum que sonara completamente distinto. Así que creé una sección diferente de viento grabando varias pistas de sintetizador y algunas frases de guitarra”.

En un principio, este sonido característico, audible en gran parte de su material publicado por Warner Bros. Records, correspondientes a los álbumes Dirty Mind (1980), Controversy (1981), 1999 (1982) y Purple Rain (1984), provenía de la mezcla de dos instrumentos en específico: el Oberheim OB-Xa y la LM-1.

Oberheim OB-Xa y la LM-1

El Oberheim OB-Xa fue lanzado en 1980 y contaba con una interfaz muy novedosa para la época, ya que permitía dividir el teclado en dos mitades diferentes y solapar voces para crear sonidos más gruesos, entre otras características.

Por si siguen sin reconocer este sintetizador, les contamos que fue el mismo que utilizó la agrupación de hard rock, Van Halen, en Jump (1984).

El segundo instrumento que Prince utilizó fue la caja de ritmos LM-1, desarrollada por Roger Linn y que permitió reemplazar tanto al baterista como a los percusionistas de una alineación clásica de funk.

Esta  mezcla se conoció como El sonido de Minneapolis y llevó a la fama a The Time y Shelia E, dos de los artistas colaboradores bautizados por el artista como The Revolution, quienes lo acompañaron en sus presentaciones en vivo, además de interpretar canciones compuestas y producidas por él.

Durante los últimos años, El sonido de Minneapolis fue utilizado por artistas como Bruno Mars en 24K Magic (2016) y Mark Ronson en Uptown Funk (2014).

A mediados de la década de 1980, cuando Prince dejó de trabajar junto a The Revolution, su sonido mutó a uno más diverso y maduro, en el que no se seguían reglas generales para la producción de canciones, sino que hasta donde la exploración sonora del funk le permitiese.

El cambio más evidente se dio cuando comenzó a grabar y girar junto a The New Power Generation, su banda de apoyo entre 1990 y 2013. 

Prince

prince: Ante todo su imagen

Sin embargo, la instrumentación en Prince no lo fue todo. Su imagen, muchas veces considerada andrógina, estaba más relacionada a las letras de las canciones que a otro elemento. 

Controversiales, polémicas, políticamente incorrectas, lujuriosas, salvajes, sexys, incómodas y, por sobretodo, provocativas, son algunas de las atribuciones que tanto los fanáticos como los medios de comunicación las podían asociar.

Como él mismo comentó, estas canciones provienen desde “el pensamiento racional superado por la fuerza de la atracción física. Este sentimiento me hará escribir palabras que uno no sabe ni que existen; hará que combine palabras que no tienen relación, pero que suenan tan bien que no solo las lees, sino que las puedes oler”.

Piezas suyas que son un ejemplo de lo dicho por el artista hay por montones: Controversy, Sister, Cream, Delirious, Soft and Wet, entre otras. 

Dentro de este contexto, resulta llamativo que las canciones de Prince, tuvieron que ver con “el amor de un ser humano por otro” más allá de la necesidad de amor, de sexualidad, libertad e igualdad: “Me temo que estas cosas no siempre están a la vista”, señaló en su momento.

Prince en vivo

Quizás, la mejor forma de conocer el funk según Prince es presenciar uno de sus conciertos.

Allí, el sonido sintético de sus primeras producciones se transformaba en algo orgánico.

La precisión de la banda era la de un reloj suizo y la energía era tal que la realización de bailes sugerentes se combinaban solos con las improvisaciones instrumentales.

A pesar del paso de los años y de los cambios en la alineación que lo acompañó, esta característica se mantuvo durante toda su carrera. 

En sudamérica, Prince se presentó únicamente en Brasil y en Argentina durante 1991. En 2011 confirmó un nuevo arribo en Brasil, pero más tarde fue cancelado.

Sea como sea, en El Blog de Música nos tomamos la libertad de seleccionar las que, a modo muy personal, nos parecen las 10 canciones que mejor definen lo que era el funky para el “Genio de Minneapolis”.

Let’s Work

Perteneciente a su álbum Controversy (Warner Bros. Records, 1981), la canción destaca, por sobre todas las cosas, por el “groove”, que podríamos definir como la sensación que provoca el ritmo de la línea de bajo ejecutada por el mismo Prince a través de la técnica de slap, la que provoca un sonido percusivo al golpear las cuerdas con el mástil. 

D.M.S.R.

Casi un himno de lo que es el funk para Prince, pareciera mentira que esta canción, cuyas siglas significan Dance, Music, Sex, Romance, incluida en el álbum 1999 (Warner Bros. Records, 1982), tenga una duración de más de 8 minutos, ya que desde el primer segundo incita a ir a la pista de baile y no salirse jamás de allí.

Erotic City

Esta  canción, lanzada como un lado b del exitoso single Let’s Go Crazy, perteneciente a su álbum más famoso, Purple Rain (Warner Bros. Records, 1984), y que llegó al número 1 del Billboard Hot 100 en 1984, entremezcla sensuales acordes de R&B con la sonoridad funk que Prince ya había adoptado por esos años.

3121

Luego de estar alejado algunos años de las listas de éxitos, Prince regresó en 2004 con el álbum Musicology (NPG Records, 2004) y en menos de dos años más tarde, publicó 3121 (NPG Records, 2006), que continuaba con la exploración de variantes en el soul y el R&B en la que ya llevaba hace varios años. La canción homónima es un sexy mid-tempo con toques de soul que, dentro del funk, muestra un lado mucho más íntimo del artista. 

Kiss

Poco se puede decir de esta canción que ya no se haya dicho antes. Uno de los mayores hits de Prince y una de sus piezas más reconocibles.

El sexy falsette, la sugerente letra y el puente más funky que una canción pueda tener se sintetizan en una palabra, una acción, un momento que reúne todo lo anterior y más: el Beso. 

Calhoun Square

Se podría escribir un reportaje completo de qué fue lo que sucedió con Prince a finales de la década de 1990 que desapareció del mainstream, al punto que gran parte del material que publicó durante aquellos años pasó desapercibido, siendo muchas veces de gran calidad.

Ejemplo de lo anterior es Calhoun Square del álbum Crystal Ball (NPG Records, 1998), una orgánica canción de funk rock, que intercala suaves versos con puentes cargados de distorsión y uso de wah wah. En reiteradas ocasiones, Prince mencionó a Jimmy Hendrix como uno de sus principales referentes en las 6 cuerdas, y en canciones como esta, se nota.

Sexy M.F.

El álbum Love Symbol (Paisley Park, 1992) marcó un quiebre en la carrera de Prince, no solo por el cambio de sello discográfico y el comienzo de la utilización del popular logotipo con el que reemplazó su nombre por aquellos años, sino que musicalmente empezó a nivelar la balanza hacia un sonido de “banda” más orgánico, por sobre el one-man-band lleno de sintetizadores de comienzos de la década anterior.

De entre todas las canciones, Sexy M.F es, por lejos, la más funky. Una canción cuya letra (sexy motherfucker, shakin’ that ass, shakin’ that ass,) tal como él lo mencionó, se puede oler. Comentario aparte el quiebre de bronces antes de los coros, uno de los mejores de su carrera.

Sexuality

Con tan solo escuchar los gemidos y susurros que hace Prince al comienzo, junto al vacilante ritmo, dan ganas de saltar a la pista de baile.

Y sino, ya con el primer verso no hay vuelta atrás “Ponte de pie, todo el mundo, esta es tu vida”. Sexuality, perteneciente al álbum Controversy (Warner Bros. Records, 1982), es prácticamente un himno que llama a romper los cánones establecidos dentro de una sociedad ultra-conservadora. Como dice su coro “La sexualidad es todo lo que necesitamos”.

Musicology

Como mencionamos anteriormente, el álbum Musicology logró ser el de mayor éxito de Prince en muchos años. Esto, en gran parte, gracias al éxito de su canción homónima, una oda al estilo funk que popularizó James Brown a fines de la década de 1960 y comienzos de los 70. Esta canción le valió un Grammy en 2005, en la categoría “Mejor interpretación de R&B tradicional”.

Chelsea Rodgers

Inspirada en la modelo y diseñadora de moda Chelsea Rodgers y publicada como el segundo sencillo del álbum Planet Earth (NPG Records, 2007), la canción destaca entre la extensa discografía de Prince por su línea de bajo excesivamente funky y por las voces de Shelby J, corista de The New Power Generation, que en esta pieza colabora cantando a dúo, aumentando aún más el groove funk.